La casa de arenas movedizas, de Carlton Mellick III

Los géneros me hacen sentir incómodo en ocasiones, ajustarse a un concepto o tema literario me provoca cierto rechazo, pero también reconozco la comodidad que supone para clasificar, recomendar o acercarse a historias que son similares a las que a uno le gustan. Quizá por las distintas contradicciones que me surgen, decidí hace tiempo que cualquier reseña o comentario que realizase de forma pública sobre un libro sería un análisis objetivo alejado de los cómplices guiños y los favores que en ocasiones se realizan a algunas obras por pertenecer a una estantería concreta de la librería. Siempre he pensado que el lector objetivo de la mayoría de novelas es cualquier lector y que el texto que se escribe para difundir una opinión debe intentar no acotarse demasiado.

En los últimos años han surgido un buen número de nuevas editoriales que ofrecen productos literarios que espantarían a las grandes multinacionales pero que encuentran –espero- un buen número de lectores ansiosos por lanzarse a sus propuestas. Una de ellas es Orciny Press, que ha alcanzado cierta expectación entre gente con la que mantengo contacto y que se dedica al género bizarro. Dispuesto a probar también algo editado por ellos, me he acercado a la primera novela traducida al español de Carlton Mellick III: La casa de arenas movedizas.

Tal y como había leído, La casa de arenas movedizas es un ejercicio de impresionante imaginación en el que los dos protagonistas, una pareja de hermanos con malformaciones dignas de un disfraz de Halloween, viven en una guardería esperando que algún día vuelvan sus padres. Fuera de este espacio, según les avisa su cuidadora, existen unos entes malignos a los que jamás deben permitir acceder. Cada día se teletransportan a un colegio y llevan una vida relativamente normal, pero su realidad parece descomponerse desde las primeras páginas sin que se explique la razón. No iré más allá en el resumen, creo que contar lo que ocurre es pervertir un poco la función del libro.

La casa de arenas movedizas está narrada mediante la acumulación de conflictos que se van solventando para volver a encontrar otros distintos. De un modo que es imposible aburrirse, cada nueva puerta que se abre –casi literalmente- amplia el mundo que nos está narrando el autor a la vez que provoca un nuevo momento de incomprensión que poco después será resuelto para encontrar otra puerta que…

Escrita en párrafos cortos y con un ritmo frenético, el autor sale victorioso por una innata capacidad para lograr atrapar a los lectores con un sinfín de atractivos momentos que le arrastran hasta el final de la novela. Mientras, también se pierde el interés por lo que les ocurre a los protagonistas y acaba por interesar más saber las sorpresas que prepara la novela que abstraerse dentro de ella. En una historia que se devora con tal rapidez gusta que queden un par de imágenes para el recuerdo, y así me ha ocurrido: unos días después sigo pensando en lo brillante de algunas de las imágenes más logradas. Quizá una vez resuelta la novela puede ser discutible la resolución, pero no creo que se pueda considerar necesaria una finalización de nivel cuando ha quedado claro durante la historia que no se van a respetar ciertas normas más allá de entretener a cada segundo.

Se debe aplaudir la valentía de la iniciativa editorial. Es loable el riesgo que supone traducir –y además muy bien- una obra de estas características, catalogarla con una etiqueta casi desconocida en nuestro país, arriesgarse con un autor tan extraño y que encima que no haya motivo de queja. En definitiva: aquí tienen un lector más para este proyecto.

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1 Comment

  • […] se recupera de esta atonía con solvencia, no me duele en prendas de recomendarla como Fantasma y La casa de arenas movedizas, los otros dos títulos publicados por Orciny Press en su colección Midiam. Frente a fórmulas […]

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