La libertad y el riesgo que ofrecen las redes sociales a los más jóvenes son algunos de los temas que encuentro en dos curiosas películas que he visto últimamente: Megan Is Missing y #Horror. Ambas están protagonizadas por menores de quince años, niñas que han madurado demasiado pronto y están expuestas a una sexualización muy agresiva que se suma a la presión social (el llamado bullying) y amenazas desconocidas. Supuestamente, también se basan en hechos reales.
En #Horror (2015, Tara Subkoff) la acción se sitúa en una aislada casa repleta de obras de arte contemporáneo en la que se quedan solas seis chicas de doce años. Durante gran parte de la película las vemos ser crueles, intentar comportarse como adultas, denigrarse unas a otras e interactuar con una red social muy intrusiva en la que se premia con likes las fotos y estados más humillantes. Fuera de la casa hay un asesino grabándolas y esperando para atacarlas.
Ninguna de las dos películas es notable, aunque ambas tienen planteamientos interesantes y buscan remover conciencias. En Megan Is Missing destaca el excesivo sometimiento al sexo que sufre la protagonista. Sin referentes familiares y abandonada a las redes sociales, no disfruta de las relaciones ni del ocio al que se ve obligada a participar para no ser marginada. En #Horror también hay una crueldad de grupo, mucho más indiscriminada. Si la falta de personajes masculinos obvia el tema sexual, sí que se comportan entre ellas en una competición por ser más atractivas y parecen dispuestas a lanzarse a ese tipo de aventuras. Es cierto que el componente sexual es penalizado con gravedad en las dos películas y se nota algo de conservadurismo en el trato sexo = castigo, pero también avisan de que las redes sociales descontroladas fomentan una violencia contra jóvenes sin la capacidad de defenderse.
Tal y como comento, las dos películas son interesantes, pero ninguna especialmente buena en el resultado final. El
Las dos preguntan qué hacer con niñas sometidas a una competición sexual desde los doce años, abandonadas por sus padres y exhibidas en redes sociales. Pero ninguna ofrece soluciones, solo las peores consecuencias posibles. Quizá está por llegar una película que proponga una salida o no se deje llevar por el más oscuro pesimismo.