El siglo XXI según Satin Island

La literatura del siglo XXI se anticipó en las últimas décadas del siglo anterior gracias a obras, sobre todo anglosajonas, en las que se vislumbraron las nuevas corrientes literarias, la sintaxis afectada, una semántica forzada en ocasiones por las nuevas tecnologías e imágenes ciertamente abstractas que podían retrotraer a la prosa de Stanislaw Lem en Solaris.

Tom McCarthy ha escrito en Satin Island una novela que se suma a las corrientes de pensamiento que anuncian la Singularidad y buscan captar esbozos de nuestra sociedad. El protagonista de su novela, U., es un antropólogo obsesionado con buscar los patrones en circunstancias particulares como las muertes de paracaidistas o los vertidos de petróleo. Trabaja para una multinacional redactando informes sobre distintos productos, dando charlas ante eminencias empresariales y políticas y escribiendo el llamado Gran Informe. Esta última labor es la concepción de un documento capaz de explicar nuestra era. Aunque es cierto que más que trabajar, lo que hace durante el libro es divagar sobre la posibilidad de cumplir con el encargo: si un antropólogo necesita llegar a una tribu para explicarla, ¿cómo se puede analizar cuando se pertenece a ella? ¿Para quién escribe? ¿En una vida totalmente monitorizada como la que tenemos, no se está escribiendo ya? ¿Cómo explicar lo contemporáneo?

Satin Island está dividida a través de numerosas fichas que rondan la página de extensión, siempre escritas por el narrador y su particular y algo deshumanizado punto de vista –contraste del estudio de lo humano y la brutal influencia de las nuevas tecnologías-, pero donde también hay personajes. En su mayoría, son solitarios y con unas relaciones personales muy artificiales, pero esto no evita que haya un par de momentos de emoción y la sorprendente pequeña historia que se añade en las últimas páginas.

La traducción de José Luis Amores destaca con grandes aciertos a la hora de trabajar con términos y momentos de lucidez incrustados en frases contundentes. Porque, supongo, que Tom McCarthy no es un autor sencillo: la cantidad de información, anécdotas y pensamientos encajados en las 200 páginas de Satin Island son algo intimidatorias.

Es un libro fascinante, pero no perfecto. El antropólogo protagonista y el escritor acaban el libro con algunos brochazos que se acercan a un cierre, pero que no concluyen de un modo totalmente satisfactorio, quizá imposible de conseguir por la magnitud de los temas a tratar.

No sé a quién puedo recomendar este libro, pero animo a todo lector que busque una pequeña revolución en la narrativa a que se acerque a él. Tal y como he explicado, es una obra valiente que analiza con lucidez nuestro presente; lo contemporáneo, según se dice en el libro.

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  • […] a Residuos tras la brillante Satin Island y consciente de haber encontrado a un autor capaz de aportar una visión propia sobre nuestro […]

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