Las soledades del lector

Libreria

Leer no es una conversación directa igual que la correspondencia que te llega de forma casual no es un diálogo con el remitente. La lectura es el acto de aislarse con un objeto, una obra que puede ser escrita con una intención concreta, pero que cambiará de sentido en función de las manos en las que caiga, de los ojos que la miren.

«También las novelas cambian, como las personas, como las situaciones. Las novelas encuentran a sus lectores en otras circunstancias: pierden o ganan sentidos», leo a Rafael Chirbes en Asentir o desestabilizar.

Últimamente pienso mucho en la lectura porque he dejado de hacerlo en la escritura. A esta última la veo como una gran derrota, sea en mí o en los escritores prestigiosos, la mayoría de ellos víctimas de la industria por el mero hecho de intentar vivir de lo que escriben. El autor como tal es puntual, una anécdota en la masa de escritores.

Pero qué es leer más que aislarse a mirar una piedra y detenerse en lo que reproduce nuestra imaginación al verla.

Ahora leo Corazón tan blanco y percibo que entre mi realidad y la ficción se crea una masa acolchada formada de estilo. Una pared esponjosa, una barrera que casi puedo tocar y que nace de la elección de palabras en frases que se van extendiendo para crear algo que roza lo incompatible con el lenguaje oral.

Como lector estás solo ante el libro, y después sigues solo como individuo que ha leído. Si tienes suerte, o lecturas más o menos actuales o conocidas, podrás hablar de ellas. A nada que seas aficionado a libros extraños o fondos de biblioteca te quedarás solo con tus recuerdos. Es probable que compartas en tiempos concretos esta pasión, pero siempre será de forma limitada, porque quien lee ama la soledad y acaba en ella antes (por la vida) o después (por deseo propio).

Supongo que, en sentido contrario, el libro ve una cara aislada y con aspecto de concentración. Desde abajo no suele ser nuestro mejor perfil y cuando leemos sonreímos menos. El libro capta nuestro yo sin disimulos, incluso con más arrugas. El pobre nos mirará con cierta responsabilidad, porque ¿cuándo dedicamos tiempo y esfuerzo a algo? Casi no lo hacemos ni con los otros.

Leer está lleno de soledades y no pasa nada por asumirlas. Igual que aprendemos pronto que no se puede volar y más tarde que nuestras ambiciones se nos quedan grandes, el aceptar este aislamiento tampoco tiene que ser un drama.

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