Brexit, una visión sesgada

brexit portada

Hace dos años comenté las dudas que me produjo ver una película como Sufragistas y defendí que, al tratar temas de esa índole, no mostrar el marco político completo era una falta imperdonable. En contraste con esa obra, también comenté en otro artículo que en Los archivos del Pentágono Steven Spielberg enseñaba cómo ser activista hasta en el aspecto visual. En estos temas pensaba mientras llegaban los últimos minutos de Brexit, una película que durante buena parte de su metraje me pareció muy interesante hasta que en algún momento se rompió el embrujo que tenía sobre mí.

Brexit destaca sobre el paupérrimo nivel que suelen tener las películas producidas por plataformas como Netflix o HBO, productos realizados con la misma perspectiva visual que la mayoría de series y que no acaban de ser más que creaciones audiovisuales hechas para ser vistas en cualquier pantalla sin prestar atención al factor estético ni ser proclives a la reflexión. En definitiva, obras que parecen rodadas por burócratas y no por artistas. En cambio, Brexit, desde su limitada producción que se nota en algunos momentos, funciona como una realización con identidad propia.

El periodismo y la política pueden ser narrados con un montaje que compense otras carencias. Igual que la ganadora del Oscar Spotlight o la serie televisiva The Newsroom, en Brexit encontramos que la fragmentada representación del tema se ajusta a los medios, y viceversa.

La película toma como punto de partida el referéndum de salida de la Unión Europea que surgió casi por error y que hoy día hace tambalearse la economía de millones de personas. Narra los tejemanejes de la facción proBrexit desde el punto de vista del encargado de campaña, Dominic Cummings, interpretado sin fisuras por Benedict Cumberbatch (al que me gustaría ver en películas más arriesgadas a su media habitual). Desde el minuto dos el protagonista habla a la cámara y ofrece un continuo discurso que salta atrás y adelante en el tiempo para atrapar al espectador con técnicas ya conocidas pero efectivas. Sumado al comienzo in medias res, el telefilme atrapa y puede engatusar al espectador durante todo su metraje.

brexit Son tres los aspectos que sostienen la película: la interpretación general de los actores, su velocidad y el continuo discurso que parece interpelar al espectador cada poco tiempo. A partir de ahí, nos cuenta una historia ya conocida por todos sin ocultar demasiados detalles y con un claro afán didáctico en referencia a la irrupción de las redes sociales en la captación de electorado.

Durante 90 minutos de película llenos de acción política y humor algo grueso se puede saborear una obra dinámica, agradable y difícil de interrumpir a pesar de ser reproducida en plataforma digital, algo que siempre empuja a la fracturación del visionado.

Dicho esto, en mi visionado de la película hubo varios momentos en los que empecé a desconfiar de la voz narradora, el discurso de la película y el tono utilizado.

Brexit es hija de la equidistancia. Aquí no hay bando bueno o malo, ni mensaje o solución. Teñida desde un punto de vista crepuscular, los proBrexit son ególatras, catetos y monstruos que harían las delicias del esperpento más valleinclanesco. Los radicales son tomados sin el discurso y dibujados como animales políticos egoístas que se mueven entre el supremacismo (contado de una forma muy aislada) y la inconsciencia.

En el lado contrario al Brexit encontramos un discurso que haría las delicias de la ultraderecha internacional y se dibuja un stablishment anulado por su ineficacia e incapaz de llegar a la clase obrera desencantada. Son seres apagados que viven en su lenta decadencia sin prestar atención a una nueva sociedad por la que realizador y protagonista comparten fetichismo.

En el centro está el héroe de la película, Dominic Cummings, que cumple los estándares básicos para ser considerado como tal y que el espectador simpatice con él: inteligente, ilustrado, temerario e incomprendido. Lucha por igual contra los que le han contratado y el adversario político, como un iluminado al que solo le importa el juego. El precio o la misión dan lo mismo, no se le juzga en el contexto ni en la obra. Desde la película se solicita la distancia para narrar de un modo casi disfuncional todo lo que tiene que ver con el Brexit y su trabajo.

En los pasados meses surgió una polémica con Trotsky, la serie de Netflix. Un nutrido grupo de intelectuales firmaron un manifiesto contrario al enfoque dado, su falta de veracidad histórica y, lo más grave, la compra de la visión revisionista que se maneja en el Kremlin. Esto es importante, no hay que olvidar cómo funciona el sistema de las plataformas de vídeo bajo demanda y la necesidad que tienen de no incomodar demasiado a gobiernos ni ser asociadas con tendencias concretas. A nivel financiero, cualquier puesta en duda sobre un posicionamiento partidista puede provocar pérdidas directas. En ese aspecto se puede pensar que HBO tira por medio en Brexit al mostrar el absurdo de ambos bandos y busca la narración apolítica como si esta fuese posible. El nihilismo también es una ideología, solo que la más cobarde cuando se narra un acto presente que ya ha sido puesto en duda y al que estamos viendo los continuos defectos en el Parlamento británico.

Otra muestra de esto es que la historia se cuenta desde la omisión. La parte central más importante, donde tira de didactismo, es la más sesgada al narrar las técnicas usadas para captar votantes en redes sociales con gran detalle a la vez que se obvia la parte más importante: su ilegalidad. Evita comentar este detalle hasta las frases precréditos a pesar de que los protagonistas de la película, los artífices del delito, ya sabían de lo penable de sus actos cuando estaban realizándolos. Yendo un poco más allá, esto mismo puede dañar aún más la valoración ética de una película que provoca finalmente un didactismo negativo.

Como espectador, desde que vi la película me he movido de un lado a otro, contento por haberme entretenido y disgustado por su mensaje. Como quien disfruta una tarde de circo sin olvidar el sufrimiento animal. Aun así, dicho todo esto, no sé si recomiendo Brexit, pero en caso de que alguien se anime a verla, espero que lo haga siempre con la cabeza puesta en los puntos comentados.

Escríbeme a ekaitzortega(arroba)gmail.com

2 Comments

  • Responder mayo 25, 2019

    Nacho

    Supongo que el guión pasa de puntillas sobre los temas legales porque todo es muy reciente y aún hay asuntos pendientes de esclarecer judicialmente.

    Es lamentable que apenas trate qué había detrás de la desafección hacia la Unión Europea: las políticas de austeridad credo fundamental del gobierno de coalición entre el partido conservador y liberal de los años anteriores, promovidas por la propia Unión, o las mentiras de 25 años de los medios británicos… de los cuales el propio Channel 4 es cómplice. Aunque no sé hasta qué punto una película de 90 minutos puede aumentar la complejidad del relato sin que pierda claridad.

    También es preocupante que se esté tomando como un documental de fondo sobre cómo se produjo el Brexit. Multitud de periodistas se refieren a ella y la utilizan como argumento del mal que hacen las redes sociales, sin prestar atención al caldo de cultivo que se había creado antes y sin el cual Cambridge Analytica habría caído en saco roto.

    • Responder mayo 26, 2019

      Ekaitz Ortega

      Todo esto ocurre cuando toma la idea de documentar lo ocurrido. Más allá de ser una película, está claro que quiere trasladar un momento y un cambio social, y ahí es cuando se ven también esos fallos que comentas.

      Creo que la historia debería ser más incómoda de ver, que tome el punto de vista del protagonista en casi todo el metraje fuerza la omisión de preguntas y dilemas morales. Todos sabemos que estas películas llevan una complicadísima negociación previa entre productoras, por lo que se descarta la casualidad, y me parece que toman una opción muy rastrera.

      Otro tema es lo de muchos periodistas. Parece que ahora todo se arregla con decir Algoritmo, la palabra mágica que explica que todos los que no comparten nuestra visión son víctimas de la manipulación. Supongo que es muy liberador no verse como síntoma.

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