El coleccionista de juguetes, de James Gunn

el coleccionista de juguetes

Soy consciente de que cuando empiezas a escribir un texto diciendo que hace diecisiete años ocurrió tal cosa puede sonar a vieja historia de abuelo, pero bueno, en realidad, hace diecisiete años iba a mi librería habitual a descubrir libros. No compartía esa afición con casi nadie y solo hablaba de lecturas con uno o dos conocidos, pero buscaba entre las novedades y elegía en base a la sinopsis y la confianza que me daban algunas colecciones. Por entonces seguía bastante las líneas de Mondadori y Anagrama y leía a muchos de los autores norteamericanos que publicaban, tipo George Saunders o Chuck Palahniuk. Por entonces compré El coleccionista de juguetes.

Según el libro, James Gunn había trabajado para Troma y escrito una novela en tono de comedia que estaba protagonizada por él mismo. Todavía no era el conocidísimo director de hoy día con millones de seguidores y una carrera cinematográfica que tanto gusta. Leí la novela con placer en su momento, la releí un par de años más tarde y después fue uno de esos treinta o cincuenta libros que me han acompañado en las mudanzas y las ciudades sin demasiado motivo. No es una de las novelas de mi vida, pero reconozco que le tengo cariño. Pasaron los años, Gunn tuvo esa explosión de popularidad, las polémicas y todo el ruido y yo, el año pasado, asocié que el famoso director era el autor de El coleccionista de juguetes a pesar de que no he leído nada sobre la novela en este tiempo.

El coleccionista de juguetes trata de ese periodo que va desde la adolescencia a la vida adulta, cuando una parte de los jóvenes se pierde en trabajos ridículos y deambula como parte marginal de una sociedad que les empuja a relacionarse, buscar parejas y estar satisfechos. Mientras, buscan en la mentalidad que les mantuvo a flote en la adolescencia un modo estabilidad emocional.

En esos años se encuentra Jimmy Gunn. Siempre entre la autodestrucción y el patetismo, gasta el dinero de forma ridícula en juguetes y mantiene contadas amistades. Alejado del violento nihilismo de los protagonistas de Palahniuk, este personaje muestra menos hostilidad hacia la sociedad al haber asumido su mediocridad y la culpa que proviene, por igual, de un sistema que no cuida al miembro de una familia en plena desintegración y de un joven que prefiere la autolesión a la responsabilidad. Se podría decir que no cierra las heridas abiertas porque disfruta rememorando las promesas incumplidas de la infancia.

Pero tampoco quiero que esta descripción lleve a una idea equivocada sobre la novela. Por encima de todo, es una narración que opta por el humor. James Gunn cuenta las desventuras de Jimmy con desenfado y cierta crueldad. Continuamente se ríe de él y lo pone al frente de una situación que cualquier persona asumiría con naturalidad para transformarla en otro ejemplo de cómo hacerla incómoda.

Como es de esperar, también hace hincapié en su relación con las mujeres desde dos situaciones, la nueva relación que parece condenada al fracaso y la vuelta al pasado en una fiesta con sus viejos amigos. Incapaz de encajar en ninguno de los aspectos, necesita no ser querido a pesar de que el carácter lo empuja a buscar una pareja. En medio de esa vida solamente la lealtad de su hermano o algún amigo lo mantiene en la realidad o salva en momentos puntuales.

En ocasiones he pensado si esta novela me gustó por mi simpatía hacia el personaje o si tiene algún tipo de valor. Ahora, con cierta distancia temporal, creo que hay algo de ambas circunstancias. Como con tantas obras, esta novela pudo ser importante para mí al coincidir en edad y pensamientos con el personaje principal. Miles de aspectos eran distintos entre ambos, pero ya sabemos que la palabra escrita permite una reflexión que rara vez llega por otra vía. Aunque también existe un aspecto interesante en la novela: la sinceridad. Es complicado señalar los aspectos que logran transmitir este sentimiento en una obra, dónde está la calidad o la impostura, el juego metareal y la introducción de anécdotas personales, pero El coleccionista de juguetes dice mucho del autor y parece que lo dice en serio, o al menos esa impresión he tenido siempre.

El coleccionista de juguetes no es una gran novela. Es posible que muchos la encuentren fallida, patética o de trama endeble, que se piense que es otra historia de un joven hablando de, oh, lo mal que le va en el mundo, pero creo que voy a defender su lectura, porque en el abrumador cajón de novelas olvidadas, hay algunas que leídas en el momento adecuado pueden marcar tu personalidad.

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