Submania, el calibrador metafísico de Damián Cordones

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Últimamente mis lecturas más atrevidas están lejos de los focos de atención, con autores que se mantienen fuera del mercado y sacan un libro interesante tras otro. Damián Cordones es uno de ellos. Con un acelerado ritmo de publicación en distintas editoriales, lleva tiempo creciendo como autor mientras crea unas obras –con los vaivenes esperados- que ya por pura inercia me generan gran curiosidad.

En esta ocasión, con Submania, su formación como filósofo se hace evidente. La novela corta publicada en 2016 y de unas cien páginas de extensión requiere de una lectura pausada, en la que en algún momento se puede necesitar volver atrás para entender las situaciones planteadas.

Esta historia se sitúa en una residencia o presidio donde tratan de probar la eficacia de un calibrador metafísico que mide la influencia biunívoca entre entorno y estado anímico de los presos: como de manera científica se quiere observar la proyección del alma del preso en su celda.

Partiendo de esa base, se dialoga con el lector sobre multitud de temas para la extensión del libro. Mientras que las primeras páginas presentan a unos personajes carismáticos y atractivos, donde la supuesta locura y el andamiaje social médico-paciente/guardián-preso se diluyen, pronto nos encontramos entre teorías, experimentos y distintas relaciones personales. Esta variedad de temas es uno de los mayores aciertos de un autor que sabe cómo plantar tramas y personajes dentro de la historia sin necesidad de optar por los clásicos métodos de descripción + diálogo. La sensación de comienzo in media res juega a favor para captar la atención del lector.

Al leer tal número de experiencias, recordemos que hablan sobre las relaciones personales o propuestas metafísicas –que por entendibles que sean siguen teniendo su complicación para quien no tenga asimilados algunos conceptos- se echa en falta mayor pausa en la narración. Quizá haber incluido situaciones de transición más extensas o dividir la historia en capítulos que pausasen un poco la lectura.

Dentro de la técnica narrativa de Damián Cordones está el usar dos tiempos narrativos que se mezclan para ofrecen una visión global más amplia y empujan al autor a cerrar la historia: pasado para narrar el hilo argumental y un presente que aparece en algunos tramos finales y ayuda a comunicar al lector lo que ocurrió desde el punto de vista posterior.

No existe una intención de dar respuesta a las preguntas que se plantean, más allá de exponer la posibilidad de existencia de sus teorías. Este punto de vista metafísico se erige como legítimo para muchos personajes y es lo que cuenta, ya que se hace más o menos evidente al cerrar la historia que existe un intento de que se medite sobre ella y se quede como un ejercicio de posibilidades a valorar. La falta de posición se agradece al evitar transformar Submania en una novela de tesis, lo que la haría fracasar.

Submania es una novela corta en la que el autor muestra una seguridad apabullante en la propuesta y traslada eficacia en sus intenciones, al igual que una historia que ganaría con mayor extensión. A nivel personal, creo que en un tiempo volveré a ella, porque como tantos relatos, deja la sensación de que es posible sacarle más lecturas, de que quedan temas para profundizar en la inquietante narración planteada.

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