Teratoma, de Francisco Jota-Pérez

Teratoma Francisco Jota Perez

Algunos artistas buscan que su arte resulte cercano al observador, que la negociación entre creador y destinatario sea insatisfactoria para ambos a cambio de un encuentro común; otros crean la obra en su propia dimensión y sin buscar a los receptores, como un ejercicio de introspección que exige de un acercamiento.

Francisco Jota-Pérez cada vez se parece más al segundo tipo de artista. Mientras que su ensayo anterior Homo Tenuis mostraba una suerte de acercamiento divulgativo, con su nueva novela, Teratoma, ha virado a espacios más indescifrables.

Novela o no, obra poética o ritual, la nueva obra de Jota-Pérez es una señal transmisora de distintas visiones con intención de que el lector se acerque a aspectos que interesan al autor y que, dependiendo de sus conocimientos sobre los temas referidos y el horizonte de expectativas, puede funcionar o no.

No creo que sea lo más importante y puede que haya quien esté en desacuerdo, pero al resumir Teratoma a nivel narrativo, yo lo definiría como la visión que nos transmite un oráculo sobre tres personajes con sus propios hilos conductores situados en Barcelona. Estos protagonistas además son seres marginales de su ciudad, observan y sienten el entorno sin influir demasiado en él.

En el mapa, se trabarán ustedes unos con otros y devendrán floresta de hormigón, cemento armado y representaciones de raros códigos espejados relativos a la tolerancia a la fatiga de los materiales; polvo de granito y cuajo de alquitrán, cantos en las márgenes de veredas asfaltadas por inteligencias comunales y muy superiores a la suya, la de ustedes.

Así empieza Teratoma: narrada en el futuro posible al que el autor arrastra a sus lectores. Dentro del tono hay continuas llamadas, como ustedes querían y otras fórmulas similares, que son muy invasivas por momentos. No se intenta transmitir comodidad, sino una continua tensión que a la vez alimenta la extrañeza del lector.

Barcelona y la psicogeografía son dos elementos presentes en la novela y que ya forman parte de la marca del autor. Cada pocas páginas se refiere a una zona de la ciudad en su imparable movimiento. A mí, conocedor superficial de la ciudad, puede que me funcione hasta cierto punto: al desconocer gran parte de las referencias existe un vacío en el intento evocador. De detalles como este hablo en el primer párrafo, al tener que ir hacia el autor para comprender sus intentos.

Lo más destacable es el evidente crecimiento en el estilo de Jota-Pérez. Cada vez maneja con mayor soltura las figuras retóricas e imprime un tono muy controlado. Del mismo modo que en la obra de Cormac McCarthy o de James Ellroy existe una clara musicalidad, también se puede comprobar en el autor un avance rítmico y mayor oralidad que se suman a la evidente poética de algunas escenas. Todo esto puede llevar a algunas moralejas: es raro que seas vanguardia si no demuestras gran conocimiento de las herramientas, o no puedes ser revolucionario sin una base ideológica asentada. En Teratoma no encuentro oposición a estos requisitos.

La novela ha sido editada con la calidad habitual de Orciny Press, una de las editoriales más interesantes del mercado actual por su novedosa propuesta asentada en obras cuidadosamente elegidas. Sin fallos en el libro, se debe aplaudir la valentía de un catálogo en continuo crecimiento.

Teratoma no es una obra para leer del tirón, requiere más de la capacidad de observación y el tiempo que se dedican para entender una obra pictórica que de la mentalidad con la que afrontamos habitualmente cualquier novela. Igual que con algunas corrientes artísticas, se debe observar el libro como una herramienta, una narración que puede abrirse por cualquier página para ser leída. En caso contrario será complicado que alguien la disfrute.

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