Leer todos los libros de Kazuo Ishiguro

kazuo ishiguro

A principio de año decidí leer todos los libros de Kazuo Ishiguro en orden. Se le puede llamar reto lector o simple capricho, pero fue un buen aprendizaje sobre su obra y lo que significa la carrera de un escritor. También me sirvió para comprender el motivo por el que dieron el Nobel. Debo apuntar que no es una tarea sencilla si careces de la suficiente iniciativa o si es un autor que no te resulta interesante, más cuando por medio encuentras un libro como Los inconsolables que puede provocar que entren ganas de intercalar otro tipo de literatura.

Al terminar con la novela más actual, Klara y el sol, pensé en escribir algo en caliente sobre su obra, quizá un reportaje o una guía de lectura, pero con el paso de los meses y la tiranía de la rutina se fueron las ganas. Ahora, con todo lo leído más que asimilado y sin haber olvidado ninguna de las tramas, quedan una serie de sensaciones que me apetece comentar.

En algún momento leí una entrevista a Ishiguro en la que afirmaba que siempre escribe el mismo libro. Esto es algo que el lector puede negar vistos los temas maneja en sus narraciones. Desde el Japón tras la II Guerra Mundial a las obras de ciencia ficción existe un camino interesante en el que se encuentran muchas conexiones e historias en el presente. En algunos momentos parece que repite esquemas o personajes, pero la concordancia en sus obras se basa más en la desesperación y la búsqueda. Ishiguro mantiene una inasible tristeza en las novelas (y su única antología Nocturnos) que no se resume en ninguna frase, pero que siempre está latente. Sus personajes sufren por distintos motivos, pero en todos ellos existe la sensación de que debajo de sus culpas y pasiones no hay una motivación real, nada importa aunque pasen la vida ansiando que algo les dé sentido.

Uno de los reflejos más evidentes se encuentra en la búsqueda de alguien o algo que los salve. Esto se repite en casi todos los libros. Sea el protagonista de Los restos del día a la ama de llaves, los padres desaparecidos en Cuando fuimos huérfanos, los originales en Nunca me abandones, la cura a la enfermedad en Klara y el sol… Cuando ese grial salvador se encuentra, no es más que homeopatía para las enfermedades, un autoconvencimiento. Y esto en caso de encontrarse. Si no ocurre así, los resultados son la humillación o un grito nunca expulsado que se asienta en el lector.

Aunque hay algunas escenas clave y casi repetidas en los libros que he citado, quizá en Los inconsolables sea donde se hace más evidente. Esta novela es un suicidio literario del que solo sale vivo un autor cuando ha demostrado anteriormente que existe la calidad suficiente en su obra como para que merezca la pena la apuesta. La acumulación de escenas en un caos cercano a las 600 páginas, una aceleración de los momentos de la vida: todo se reduce a varios días para eliminar cualquier sentido al acto de la existencia. En la sucesión de momentos y encuentros no hay lógica, como seguramente tampoco la encontraríamos al valorar con objetividad nuestras relaciones con otras personas. Siendo su novela más extrema y difícil de recomendar, quizá sea la que más mella deja.

Entiendo que existen varios motivos que pueden espantar a los lectores que buscan un género concreto en sus lecturas. Los libros de Ishiguro abarcan varios y son conocidos sus comentarios sobre qué se supone que son, o no, sus novelas. En mi caso, me da igual la opinión del artista más allá de conocer las motivaciones o influencias que maneja, pero me queda claro que su obra puede ser ciencia ficción o histórica, pero sobre todo son libros de Ishiguro, algo que rara vez ocurre. Igual que Doris Lessing escribe libros que son claramente de su autoría o Paul Auster durante unas décadas fue un género en sí mismo, en Ishiguro existe una continuidad y la lógica de su carrera así lo indica. El resto es pura estética o la necesidad que todos tenemos de clasificar o utilizar los libros para fortalecer nuestras opiniones.

Como apunte personal y posiblemente intransferible a otros lectores, el momento de sus libros que más ha vuelto a mí tras estos meses es el del protagonista de Cuando fuimos huérfanos buscando la casa en la que cree que sus padres están secuestrados. Hay unas cuarenta páginas en esa novela donde la crueldad se ceba con el personaje al que se humilla una y otra vez de distintos modos. Se expone la máxima de que para el hombre el niño es dios, y en esa desesperada y estúpida búsqueda se desnuda como nunca la intención de un autor que no empuja al optimismo.

En fin. Da lo mismo la intención de Ishiguro, o que no se comparta. Todos son libros escritos por un gran autor, algo que se encuentra pocas veces a pesar de que se quiera vivir del hype, modas y otros placebos que fortalecen la industria literaria pero no a la literatura.

Escríbeme a ekaitzortega(arroba)gmail.com

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