Muerto el Sol: Madrid sin electricidad

El libro de Miguel Martín Echarri, Muerto el Sol, llegó a mis manos a través de dos recomendaciones de confianza. Es probable que sin ellas se hubiese quedado en el listado de libros que sé que existen pero a los que no alcanzo, más aún tras abandonar en el último año demasiadas novelas españolas de género. Pero debo reconocer que esta novela corta de temática ciberpunk me ha sorprendido por distintos motivos.

La novela se sitúa en un Madrid en decadencia y violento. Forma parte del grupo de obras que alertan sobre futuros cercanos en los que podemos caer. Si hace no demasiado reseñaba otra novela que abordaba la escasez de agua; en esta, la narración gira en torno a la falta de energía. Pero no se detiene ahí, también pega pinceladas hacia temas sociopolíticos que, sin profundizar demasiado, dan valor al imaginario creado en Muerto el Sol.

Con una heroína de carácter e inteligente, la novela acierta al mostrar un abanico de personajes que se comportan coherentemente. A pesar de la falta de matizaciones que suelen verse en la novela corta, el dramatis personae funciona y el autor se desenvuelve con soltura en las interacciones. Hay mucho movimiento, mucho conflicto y debate, más del que puede parecer al revisar la historia una vez acabada, lo que en ningún caso debe considerarse un demérito.

En mi opinión, los puntos fuertes de la obra se encuentran en dos aspectos: el trabajo en el entorno de la ciudad y los diálogos. Ambos aspectos están trabajados y son utilizados con valentía, sin contención. La traslación de la idea a la obra se realiza con buen tono y tiene aportes de gran interés en planteamientos sobre nuestro futuro e ideas concretas sobre la supervivencia de los personajes. Pero también se le deben achacar ciertos aspectos negativos a la obra.

El primer punto a mejorar está en cierta ingenuidad que puede notar el lector acostumbrado a este género. Puede ser complicado de explicar, pero la verdad es que había momentos en los que he sentido que el pacto con el lector debía ofrecer más espacios en blanco. Al narrar que un personaje conduce, no es necesario explicar cómo funcionan los pedales, el lector lo sabe.

Otro detalle discutible se encuentra en el estilo narrativo. Durante el primer tercio la obra se plantea más dubitativa y falta de cohesión. Después el autor parece sentirse más cómodo y la novela funciona mejor en todos los aspectos. Pero el comienzo languidece en muchos aspectos, desde la sintaxis hasta la formulación de pensamientos de los protagonistas.

En cuanto a la edición, encuentro importantes puntos discutibles. El formato es agradable, muy cómodo para leer, y la narración contiene numerosos dibujos del autor que agilizan el paso de las páginas y a los que no pongo queja alguna. Pero hay un problema en la maquetación y son numerosos los errores que se encuentran: faltan mayúsculas, hay líneas descuadradas… En algunos momentos parece que se ha volcado el texto en el programa de maquetación pero que no se ha revisado lo suficiente.

En definitiva, Muerto el Sol es una lectura agradable que muestra lucidez en los planteamientos que realiza, pero donde el mayor problema parece radicar en la falta de un buen editor que mejore la novela, a nivel de estilo, maquetación y ciertos aspectos que quizá provengan de bisoñez en el género.

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