Muerte a los normies: las guerras culturales de internet

angela nagle

Algunos partidos políticos españoles todavía tratan de ponerse al día con las redes sociales y las posibilidades que ofrecen para llegar a un electorado que vive ajeno a los grandes medios de comunicación, en los que se detiene -como mucho- al compartir titulares de artículos que rara vez lee.

En las últimas elecciones IU montó un efectivo equipo en la cueva dedicado a crear memes, hashtags y otras fórmulas enfocadas a redes. Otros partidos, como pueden ser VOX o Ciudadanos, también cuentan con una fuerza de usuarios que no pertenecen a la nómina del partido pero que son muy activos para difundir mensajes de partido o ataques. Cualquier noticia que pueda ser utilizada como arma arrojadiza es fábrica de mensajes virales y burlas que vuelan por WhatsApp, Twitter o Facebook. Lo mismo da la visita de Mariano Rajoy al restaurante tras saber perdida la moción de censura que el chalé de Pablo Iglesias.

A partir de esa realidad nacional podemos leer Muerte a los normies, una suerte de ensayo escrito por Angela Nagle que ha publicado Orciny Press y disecciona una realidad estadounidense que ya asoma por aquí. Como resume el subtítulo del libro, trata de “Las guerras culturales en internet que han dado lugar al ascenso de Trump y la Alt-Right”. Se analiza lo ocurrido en la red desde la campaña de Barack Obama en la que surgió el famoso cartel Hope hasta la victoria de Donald Trump y cómo se han apoderado de gran parte de las redes los usuarios más violentos y agresivos.

En el libro se hace hincapié en la cantidad de blogueros blancos supremacistas, videos de Youtube, hilos en 4chan, memes de Tumblr y demás elementos virales que surgieron durante las legislaturas de Obama y la influencia que tuvieron en el apoyo a la campaña de Trump. Nagle comenta cómo los síntomas ya existían anteriormente y el aumento de la crueldad en la red surgió como efecto rebote a la corrección política y por las posibilidades que ofrece internet en cuanto a organización y posibilidad de encontrar a sus pares.

La clave del libro la ofrece  Andrew Breitbart en forma de cita: la política siempre se encuentra río abajo respecto a la cultura. Y el terreno de la cultura se encuentra ante todo en las redes, podríamos añadir. Ha caído la influencia de los grandes medios de comunicación o las tertulias radiofónicas de media mañana, el clickbait y el meme son mucho más efectivos. Un tuit falaz puede desembocar en un linchamiento en cuestión de minutos sin que los participantes lo mediten.

angela nagle

El lenguaje utilizado por las tribus analizadas en Muerte a los normies ataca a la derecha conservadora por rancia y la equipara a una izquierda carente de transgresión. Desde una percepción supuestamente desclasada pasan a posiciones que rodean el totalitarismo ultraliberal con toques nazis y gran violencia dialéctica. Como ejemplo cercano, esto nos puede sonar en nuestra realidad nacional a la ira con la que linchan a mujeres algunos jóvenes radicalizados y adultos que temen una supuesta caída de la (su) cultura occidental por culpa del feminismo. Todos ellos se mantienen apartados de partidos políticos que, según afirman, son incapaces de afrontar el problema por temor a la corrección política.

En el caso de Estados Unidos, el comienzo de esta situación no se fija en el terreno digital, según Nagle nació en los conflictos culturales en los campus universitarios. Después se trasladó a foros, webs, Youtube y demás portales de gran alcance donde ha repuntado para volver a la sociedad de la forma más agresiva y contestataria en busca de un nuevo paradigma social.

En cuanto al término normie del título, hace referencia a los usuarios de la red que son incapaces de interpretar las bromas, guiños e ironías de los usuarios más expertos. Personas a las que desprecian con la superioridad que los colonialistas podían valorar a los indígenas.

Del libro queda la sensación de que la simplificación de los mensajes provoca que su alcance sea mayor. Al acotar la realidad al binomio Sí-No, muchos se suman a violentas campañas porque prefieren sentirse representados a cualquier precio antes que callar. Día a día podemos ver esto en Twitter, donde debates clásicos provocan rápidos ataques personales a la más mínima disensión.

No estoy del todo de acuerdo con el ensayo es en el reparto de culpas. Nagle dedica justificados reproches a la izquierda, su exceso de corrección política y la falta de reflejos y capacidad de trabajar los entornos digitales. Pero también obvia el empuje que puede recibir la alt-right desde empresas privadas y organismos. Mantiene la tesis de que todo parte de individuos que van creando sus propias acciones de memes, bulos y linchamientos, sin que reciban ningún tipo de ayuda. Pero también hemos podido comprobar cómo canales de televisión y radio los han apoyado y dado voz durante las últimas elecciones.

En todo caso, la pequeña editorial Orciny Press ha encontrado el libro que todos deberíamos leer antes de sumarnos a linchamientos y campañas de las redes sociales. Clicar y apoyar es sencillo, pero también conduce a situaciones que pueden írsenos de las manos. En las 150 páginas que ha traducido de forma fantástica Hugo Camacho podemos observar la oscura realidad que seguramente encontraremos pasado mañana en nuestro país.

Escríbeme a ekaitzortega(arroba)gmail.com

1 Comment

  • […] Coincido con Ekaitz Ortega en que, en la argumentación, todo parece fruto de una contienda entre individuos cuando existen consejos de administración que han aprovechado todo lo descrito bien para ganar audiencia, bien para imponer un programa político, eliminando los mecanismos de control que evitaran la difusión de mentiras o los linchamientos colectivos. Además Nagle se muestra un tanto generosa con ciertos actores tóxicos de extrema derecha, caso de Milo Yiannopoulos (al que, por ejemplo, se refiere por el nombre a diferencia de la práctica totalidad del resto de personas del relato). […]

Leave a Reply