Devs: esquivar al destino

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Durante la emisión de la miniserie Devs se han podido leer distintas opiniones que iban desde la devoción nada más ver el primer capítulo a las críticas por los esquemas narrativos utilizados o el enfoque determinista. Sin embargo, más allá de estas primeras impresiones quedan algunos aspectos en los que merece la pena detenerse para valorar los intentos de Alex Garland por ahondar en sus preocupaciones y mantener una coherencia narrativa acorde a sus dos películas anteriores.

Ex Machina y Aniquilación son dos películas que acumularon también opiniones enfrentadas, que iban más allá de lo narrativo para fijarse en lo representativo. Pero el tema del entorno fue clave en ambas y tuvo una importancia más allá de lo estético. Garland nos ha mostrado el futuro en dos vertientes, la pureza geométrica de los ambientes controlados por el hombre, donde se imponen los tonos apagados, y lo incontrolable de la naturaleza, con el verde siempre en movimiento. Es evidente cuáles fueron los caminos utilizados en cada película, y en Devs se aúna un inteligente uso de este aspecto a varios niveles.

Uno de los lugares comunes en la mayoría de textos que he leído sobre Devs hace referencia al mensaje que se lanza una y otra vez al espectador de una forma agotadora: los CEO como nuevos mesías. No es para menos, Forest, el personaje interpretado por Nick Offerman, lo recalca en varias ocasiones y comparte el mensaje extremadamente egocéntrico de que ya no hay religiones ni dioses, son los CEO quienes manejan la sociedad. Además de ser una idea que coloca al capitalismo como religión indiscutible, es también una perspectiva algo aventurada que puede ser contestada por su debut Ex Machina. Las variables existen, la violencia existe, todo es incontrolable. Forest no se acerca al poder de un César o Faraón, como mucho es un testigo privilegiado.

Es uno de los temas que más me han llamado la atención. En la recepción por parte de la mayoría de espectadores se afirma que Garland trata a Forest como un mesias. Esto es un síntoma de la adoración contemporánea que existe hacia los CEO. La serie se encarga de poner a todos al mismo nivel al final: no hay dioses ni profetas, solo humanos.

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Más allá de este aspecto, otra de las miradas más interesantes de Devs está en su simple estructura que perfectamente se puede encuadrar en una tragedia griega: tenemos el rey/CEO, su enigmática pareja, un asesino, la protagonista con su propio elenco de amantes y el destino al que no se puede escapar. Si Edipo no consiguió evitar la predicción del Oráculo de Delfos, ¿pueden Lily y el resto de mortales esquivar su destino? Creyentes y no creyentes se enfrentan a él de forma distintas y, como era de esperar, la misma resolución puede retrotraer a las tragedias.

Dos detalles más de los esquemas de la tragedia se encuentran en la serie. El primero es el título Devs (Deus). Bien podría ser de un clásico, que normalmente era un sustantivo. El otro es casi un tópico, la mentira sobre cómo acaeció un asesinato.

Quizá Garland sea poco sutil a la hora de realizar la traslación narrativa. Volviendo al entorno, para llegar al Oráculo/Devs no hay que subir a una montaña ni atravesar un valle o bosque, sino el paraje natural de un parque tecnológico. La empresa se sitúa sobre un desorden que se domestica y controla, pero que en ningún momento pierde su esencia. Cuando finalmente se convierte en paraiso -quien haya visto la serie lo entenderá- ya no hay oráculo ni se conoce el destino, y esta es la única forma de vivir feliz.

Como en el título de la conocida novela, la Tierra permanece. El tiempo acompaña a la naturaleza, es el ser humano el que no puede huir de él. Pero no hay que olvidar que la naturaleza también somos nosotros, nuestros genes e instintos, aunque solo sirvan para moldear finitos actos que crean pequeños rodeos antes de ir hacia el inevitable final que arrasa con todos los personajes.

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